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La revolución de las mayorías

El urnazo a favor del Frente de Todos por parte de la ciudadanía argentina, ha sido una verdadera revolución de las mayorías silenciosas de este país,contra el poder político, mediático y judicial que en estos años de macrismo explícito, no solo ignoraron a esas mayorías, sino que gobernaron sólo para una élite y concretaron un Gobierno de ricos para ricos, iniciando en la Argentina un proceso de persecución y búsqueda de aniquilamiento de los que pensaban distinto,pocas veces visto.

Este poder político, mediático y judicial buscó básicamente aniquilar la figura de la ex Presidenta Cristina Fernández de Kirchner y extinguir de la faz de la tierra al peronismo y toda posibilidad de retorno de lo que ellos denominan populismo,a nuestro país.

La eliminación del adversario por la vía de la justicia (expresión que le corresponde a Felipe González) no sòlo es profundamente antidemocrática, sino que fue el arma utilizada por este poder y el macrismo, para cumplir ese objetivo.

Hace un año y medio atrás, cuando comencé a advertir en soledad de la necesidad de que toda la oposición debía buscar la unidad en la Argentina, lo hice teniendo en cuenta el proceso que se vivía en Brasil, donde primero a través del Golpe Institucional a Dilma y después con la persecución armada contra Lula y su envío a prisión, dejaron al PT sin su mejor candidato, y pudieron consolidarse en el poder, los que habían urdido esa maniobra.

Cristina Kirchner tomó nota de es proceso, y obró en consecuencia. Pocos percibimos los gestos de unidad que comenzaba la ex Presidenta tras el 2017, cuando comenzó a enviar señales de unidad a las provincias peronistas cuyos gobernadores incluso habían actuado contra ella. No le importó. Bajó listas de sus propios partidarios y ayudó a que ganaran las reelecciones. Hasta con Schiaretti.

Alberto Fernández también vio la necesidad de buscar la unidad. «Ya todos cumplimos nuestra etapa de llaneros solitarios, eso se terminó, ahora debemos ir en busca de la unidad…», me dijo en marzo de este año, en un reportaje en Mañana Sylvestre en Radio 10.

Pino Solanas, desde su experiencia política, fue otro que vio que el mecanismo de la unidad era lo único que ayudaría a rebelarse contra el poder político, mediático y judicial, y construyó la unidad.

Y Sergio Massa, con convicción política, ayudó también a la construcción de una nueva mayoría. Ha sido una fenomenal muestra de racionalidad política y de construcción política en serio.

Esa nueva mayoría interpretó las necesidades de una población descuidada por el poder que gobierna la Argentina: escuchó, meditó y le dio respuestas a través del armado del Frente de Todos, y de comenzar a explicarles que la devolución de los derechos adquiridos en 12 años de kirchnerismo, no eran una prebenda, sino una necesidad.

El macrismo hizo todo lo contrario: No sólo subestimó a esas mayorías, sino que les escupió en la cara. A no olvidarse frases como «la grasa militante», «son dos pizzas»,para explicar lo inexplicable del tarifazo impagable; el «te creiste que podías tener un auto, vacaciones, un plasma o un techo propio», de Javier Gonzalez Fraga; las burradas provocadoras del vocero macrista Fernando Iglesias, y tantos otros…

Inexplicable cómo la Unión Cívica Radical, un partido de poder en la Argentina, arrió todas sus banderas, para sumarse a este Gobierno de derecha neoliberal, que deja tierra arrasada en la Argentina. Sólo el odio a lo popular, y algunos puestos en el Estado, lo explican…

Hasta el domingo, buena parte del gobierno, pensaba que podían seguir haciendo de las suyas: seguían envueltos en la ignoracia de la realidad y en la burbuja de soberbia desde la cual gobernaron. Cuando varios dirigentes de la Provincia de Buenos Aires llegaron a Olivos con datos adversos de las urnas, que surgían de bocas de urna propios, se encontraron con otra realidad. El asesor presidencial Jose Torello les gritaba a ministros con cara de culo, y dirigentes propios: «Vamos,arriba el ánimo,que le estamos rompiendo el culo a los K…». Frente a algunos susurros de que la realidad era otra, el siempre sonriente ministro «Guillote» Dietrich lo encaró a Jaime Durán Barba y le dijo: «Jaime, ¿Qué está pasando? ¿Qué dicen tus bocas de urna?». Como el que se cree dueño de la verdad, Durán Barba sacó su celular y le mostró a Dietrich supuestos números, que le hicieron decir, al igual que Torello; «Les estamos rompiendo el culo…» Y con esa sensación partieron hacia Costa Salguero. Macri incluido.

La revolución de las mayorías, mientras tanto, cumplían con su deber ciudadano y sagrado, de emitir,en un cuarto oscuro, su opinión sobre el Gobierno y definir el futuro del país, sólos frente a su conciencia. Y le mostraron al poder político, mediático y judicial que creyó que podía hacer lo que quisiera, que a las mayorías populares, y menos al voto, se los puede pasar por encima.

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