El cronista especializado en temas judiciales de Mañana Sylvestre, Néstor Expósito, hizo un relato detallado de cómo decantó la supuesta confesión del encargado Jorge Mangeri, el presunto asesino de la adolescente Ángeles Rawson, y precisó que según los investigadores, el portero se habría autoincriminado porque pasó por su mente la posibilidad de que se impute a su esposa.
“Soy el responsable de lo de Ravignani 2360. Fui Yo”, habría dicho Jorge Mangeri ante la fiscal Paula Asaro pero a pesar de dilucidarse la supuesta autoría del hecho la causa no está cerrada, ni mucho menos.
“El portero tenía que haber declarado el miércoles pasado, pero no lo hizo porque no se presentó directamente y allí adujo que lo habían apretado, torturado y que tenía miedo. Lo primero que le dijo a la fiscal cuando se sentó es que él odia a la Justicia y a la Policía. Y empezó a contar los supuestos apremios que había sufrido. El relato era muy sólido hasta que el portero se levantó el buzo para mostrar marcas de la supuesta tortura. Y allí la fiscal le vio algunos arañazos que no parecían condecir con esto”, indicó Néstor Expósito, periodista experto en temas judiciales de Mañana Sylvestre, por AM1030 Radio Del Plata.
“En primer lugar el portero había dicho que lo habían torturado con picana eléctrica. La fiscal le preguntó si estaba seguro que era picana eléctrica porque en la Argentina ya no se usa, y le dijo que si se comprueba esto “yo misma llamo a la Presidenta”, porque esto sería un hecho de una gravedad inusitada”, comentó.
“Ahí empezó a trastabillar el relato del portero por primera vez. Se habla de una revisión que hicieron tres médicos diferentes. El primero de ellos cuando ve las lesiones llamó a un superior jerárquico, que llega y luego terminan buscando a un experto, una eminencia que llega a las 4 de la mañana a la fiscalía, venido de un casamiento del que participaba”, señaló el periodista.
“Allí constataron esta hipótesis de que las heridas habían sido autoinflingidas y que tenían una data, sobre todo los arañazos, de entre 3 y 5 días, y esto es compatible con la fecha en que había muerto Ángeles, aunque podían ser posteriores”, agregó.
Hasta ahí no habían demasiadas sospechas, y el portero no era el principal sospechoso. A punto tal que la declaración no se la estaba tomando la fiscal sino un secretario, que cuando empieza a interrogarlo intuye algo y la llama a la fiscal.
“Terminando el viernes, la fiscal se entera de que el portero podría ser un principal sospechoso. Lo empieza a interrogar al portero, estaba su mujer en la fiscalía y cuando empiezan a confrontar el relato de uno de otro, empiezan a encontrar las contradicciones. La primera de ellas era que el portero había dicho que habían estado juntos el lunes a la noche en Gral. Pacheco, en la casa de los padres de ella, y la mujer se había situado allí, pero ubicaba al hombre en la portería ese lunes”, dijo Expósito.
Al parecer todo se decantó cuando en un momento determinado el portero habría temido que la imputación fuera a caer en su esposa.
“Estaba amaneciendo cuando el portero pidió declarar ante la fiscal, quien le explicó que no podía estar a solas con él. El portero le dijo algo así como, “no voy a hacerle nada doctora, voy a contarle algo”. La fiscal le dice que no le tiene miedo sino que precisaba que hubiera una tercera persona que certifique lo que él dice, porque si no se puede desdecir, y se caería toda la investigación. Llamaron a un secretario que fue además el escribiente, y en ese momento es que se produce esta confesión”, explicó.
Sin embargo, según describe Expósito, “no hay ningún elemento aún en la causa que incrimine al portero, más allá de esta declaración”.
“Hasta que no estén disponibles los exámenes de ADN no hay un dato que corrobore la autoincriminación del portero. Y si no se corrobora que los restos corporales en el auto, el sótano o el cuerpo de la víctima se corresponden con el ADN del portero, un buen abogado en 48 o 72 horas podría obtener la libertad de Mangeri”, indicó.
Martes 18 de junio de 2013
