En comunicación con Mañana Sylvestre, la mamá de Lautaro, una de las víctimas de Cromañón, señaló que hubiese preferido que en el lugar prosperara el proyecto de plaza seca que ganó en su momento el concurso de arquitectos organizado especialmente. No obstante se mostró a favor de que la calle Bartolomé Mitre entre Ecuador y Jean Jaure pueda recobrar vida nuevamente, para recordar qué fue lo que pasó y mantener la memoria viva.
Pronto se cumplirán 10 años de la tragedia de Cromañón y en los próximos días finalmente se inaugurará la peatonal en la calle Bartolomé Mitre, sobre el lugar donde funcionaba el boliche Cromañón. Ante la consulta sobre si acompañó esta iniciativa, Mercedes Blanco, quien sufrió la pérdida de su hijo Lautaro en el incendio ocurrido en diciembre de 2004, señaló que si bien su familia no hubiese querido que la apertura de esta calle se hiciera del modo puntual en que finalmente se hará, “nuestra familia ya en 2007 ó 2008 lo dijo claramente: para nosotros esa calle tenía que estar abierta, transitarse; creemos que un lugar que vos ocultás o encerrás es la no memoria. Siempre pensamos que esta clase tenía que estar abierta”.
Blanco comentó que “en aquel momento la mayoría de los familiares pensaban que no, por ahí tuvo que ver con sentimientos. Muchos planteaban que donde nuestros hijos habían muerto no querían que la gente lo camine; había diferencias. Para nosotros es al revés: para nosotros si Cromañón permanecía cerrado, Cromañón quedaba en el olvido. Un achica me decía `mirá, a mi me pasaba algo, recordaba claramente qué había pasado esa noche, dónde estaba, qué hice yo, qué hizo mi familia; todo lo que nos pasó. Pero en cambio no recordaba Cromañón, no podría recordar cómo era esa calle…´. Con lo cual era rara la situación: una piba que tenía claro cómo vivió esa noche, no podía recordar cómo era el lugar ni cómo era esa cuadra, ni la puerta, ni nada; no la podía recordar porque no la había podido transitar por ahí nunca. Así fue que tampoco nos pareció cuando hace dos años hicieron medio un mamarracho, que abrieron un pedazo para que pasen los colectivos y dejaron ese santuario improvisado que con los años quedó como en el olvido en el medio de la calle, tiraron lo que se había hecho como Plaza de la Memoria como una cuestión provisoria… Porque en su momento se había hecho un concurso de arquitectos para hacer algo realmente en ese lugar; el proyecto que ganó proponía una plaza seca con un faro con una luz, con plantas…; con la con la necesidad de disminuir la velocidad para que los colectivos y autos pasen despacio y puedan ver y recordar lo que pasó, que es lo que le pasa a todo el mundo que transita por Arroyo, donde ocurrió lo de la Embajada de Israel. Nos parecía que esto era lo correcto. Lamento que no se haya hecho en ese momento, que hubiese sido lo ideal, lo más bello y lo más legal, porque por algo las instituciones en aquel momento actuaron”.
“Pero bueno, siempre nos da felicidad pensar que esa calle pueda recobrar vida nuevamente, para recordar qué fue lo que pasó, para poder mantener la memoria viva, par que se llene de gente y cambiar esta imagen de la muerte por la de la vida, e incluso para que esa manzana y esas cuadras puedan cambiar el estigma que tienen hoy”, señaló Blanco.
No cumplen con las reglas
“Esto es lo que decimos con la calle: que esté abierta, que la vida le gane a ese espacio de muerte –continuó Blanco-; incluso porque no me puedo olvidar que a la vuelta de Cromañón todavía hay un boliche funcionando, que si vas más a la esquina de Rivadavia y Anchorena hay un prostíbulo clandestino todavía…Todavía sigue habiendo boliches clandestinos y no clandestinos que no cumplen las reglas…Hay boliches en pleno San Telmo –te estoy hablando de Museum- que siguen funcionando muy parecido a antes: venden alcohol para los menores, entra más gente de lo que tiene que entrar… Hay que modificar y decidirse a ir a fondo con esta cuestión de una vez por todas”.
Audio completo de la entrevista
Miércoles 3 de diciembre de 2014
